viernes, 30 de marzo de 2018
CAPITULO 70
—La cena fue perfecta, bebé.— Él me envolvió en sus brazos mientras caminábamos por el frío paseo marítimo con vistas al puerto de Boston. Habíamos salido del bullicioso restaurante. Pedro se veía delicioso en unos zapatos Oxford, pantalones de lana y un abrigo cruzado, completado con una bufanda alrededor de su cuello. Me estire de puntillas y roce sus suaves labios. El viento frío azotó más a nuestro alrededor mientras yo me apretaba con más fuerza en su figura. Me maldije por usar un vestido en invierno. Llevaba un abrigo blanco de lana hasta la rodilla que protegía la mayor parte de mi cuerpo del frío. Afortunadamente, los inviernos en Boston no eran tan fríos como lo eran en el norte de Nueva York.
Nos alejamos unos pasos del restaurante y nos encontramos solo con vistas al agua.
—Tengo algo para ti.— Me detuve y lo mire.
—¿Ah, sí?— Sus ojos brillaban con amor.
—Sí—. Alcancé mi bolsillo y saque una caja negra. Sus cejas se levantaron en sorpresa.
Tomó la caja de mi mano y la abrió; Vi la piscina de emoción en sus profundidades azul metálico.
Tome la caja de él y sostuve el anillo a la luz. La banda de platino brilló a la luz de las farolas.
—Me encanta—, sonrió.
—Tiene un grabado—. Incline la banda. —Dice, 'Tú y yo siempre.'— Le sonreí.
Sus ojos retuvieron los míos y vi el amor y la pasión reflejarse de regreso a mí. Él levanto su mano izquierda y yo deslice el anillo en su dedo, girándola con amor.
—Es perfecto—, susurró.
—Es cierto—. Envolví mis brazos alrededor de él y me acurruque en su cálido abrazo.
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