martes, 20 de marzo de 2018

CAPITULO 38




Treinta minutos más tarde yo estaba fuera de la ducha y el maquillador y estilista estaban esperando en el baño principal. Pedro se había trasladado a la habitación de invitados para prepararse y prometió darme privacidad. El estilista, Clyde, pasaba un cepillo por mi largo y oscuro cabello hablando efusivamente con Raquel, la maquilladora. 


Él le estaba contando todo sobre una cita en la que había estado la noche anterior y que al parecer no había salido bien. Ellos se rieron, bromearon y era entretenido escucharlos pero esto hizo que mi corazón doliera un poco deseando a Catalina.


Tenía muchos problemas con mi mamá y yo no era especialmente cercana a mi papá, pero si había una persona que yo deseaba pudiese estar conmigo el día de mi boda, era Cata. Ella siempre había estado ahí para mí e iba a matarme cuando se enterara de que me había casado sin ella. Habíamos fantaseado acerca de nuestras respectivas bodas desde el cuarto grado. Lancé un profundo suspiro pensando en su sonriente rostro.


—¿Por qué tan triste en el día de tu boda, querida?— Clyde había notado mi momento de melancolía.


—No estoy triste, solo extraño a mi mejor amiga. Me gustaría que estuviese aquí—. Me senté inmóvil cuando Raquel pasó una esponjilla con base sobre mi cara. Oré por que no hiciera un comentario sobre la magulladura de Pedro.


—¿Y por qué no está?— preguntó.



—Esto es una cosa de último minuto, supongo.


—Esto no es una cosa, cariño, este es el día de tu boda. Debes tener exactamente a quién quieras aquí.


—Oh lo sé, es sólo, nuestra entera relación ha sido una carrera. No es gran cosa, es que quiero...— Me callé porque cuanto más hablaba, y mientras más intentaba explicarles a ellos peor sonaba en mi propia cabeza. Pero eso no importa, yo no necesitaba justificar nuestra decisión. Esto era lo correcto para nosotros.


—Y no estoy embarazada...— Mi voz se apagó y luego mordí mi labio avergonzada con la palabra. —Es solo que todo el mundo piensa que nos estamos apresurando porque estoy embarazada y no lo estoy—. Entrelace mis dedos en mi regazo. Sólo necesitaba callarme ahora. Clyde negó con la cabeza en el espejo.


—Está bien, cariño. Amamos a quien amamos. No importa una mierda lo que los demás piensen. —sonrió él tranquilizadoramente.



2 comentarios: