miércoles, 21 de marzo de 2018

CAPITULO 39





Una hora más tarde estaba sentada delante del espejo, la obra de Clyde y Raquel devolviéndome la mirada. Me veía hermosa y fresca—natural, como yo. Me habían dado exactamente lo que yo había pedido. Mi cabello estaba suelto y en ondas suaves alrededor de mis hombros; mi maquillaje era suave— un cálido resplandor a través de mis mejillas, un poco de brillo espolvoreaba mis pómulos, sombras de ojos melocotón con delineador de ojos marrón cálido para definir. Parecía yo misma después de un día de verano estando en la playa. Me sentía hermosa, natural y sabía que a Pedro le encantaría.



—Tiempo para el vestido blanco—. Clyde besó el aire cerca de mis mejillas y Raquel me dio un rápido apretón deseándome buena suerte. Me evalué en el espejo por unos momentos más antes de dirigirme al dormitorio. La diseñadora del vestido estaba aquí para ayudarme personalmente a vestirme junto con su asistente de ayer.


—Te ves hermosa—. Ella sonrió cuando salí. Le regale un guiño nervioso. La diseñadora había bajado la cremallera del bolso de ropa y mi respiración quedo atrapada. El vestido era tan hermoso.


—¿Lista, querida?— Ella me dio una sonrisa tranquilizadora. Asentí otra vez, demasiado atónita para hablar.


—Quítate estos, entonces.— Ella golpeó mi cadera para indicar la camisa y los pantalones de yoga.


Deslice la tela de los pantalones sobre mis caderas y permanecí frente al espejo en un par de bragas, con los brazos cubriendo mi pecho. Debido a la espalda abierta de mi vestido, no podía usar un sostén. El vestido estaba estructurado lo suficiente como para que el corpiño proporcionara apoyo, pero resultaba incómodo estar casi desnuda de pie delante de dos desconocidas.


Catalina se habría encogido de hombros con una franca sonrisa. Otra vez deseé que ella pudiese estar aquí para compartir esto conmigo. Tan emocionada como estaba por casarme con Pedro, existía un pequeño pedazo de mí que estaba un poco triste para admitir que también me sentía un poco sola.


Nanette sostuvo el vestido abierto para mí; su asistente agarro mi codo cuando entre en el delicado encaje. Ellas deslizaron la tela sobre mi cuerpo y yo resbale mis brazos a través de las mangas. Cerré mis ojos cuando Nanette movió mi cabello fuera del camino y engancho los pocos botones en la parte de atrás de mi cuello. Ella deslizó sus manos por la tela y apretó mis caderas.


—Te ves hermosa.


Levanté la vista hacia el espejo frente a mí. La diseñadora estaba radiante detrás de mi hombro. Mis ojos se deslizaron por mi forma en el espejo y una sonrisa surgió en mi cara. El vestido era de alguna manera más hermoso de lo que había sido ayer. Las ondas oscuras de mi cabello en cascada sobre mis hombros, y el encaje del escote y de las mangas cortas asomaba. El efecto era abrumadoramente romántico, de una manera moderna y elegante. 


Se sentía perfecto para la discreta aventura que sería nuestra boda.





No hay comentarios:

Publicar un comentario