domingo, 11 de marzo de 2018

CAPITULO 8




Entramos en el ascensor y cuando las puertas se cerraron la tensión sexual entre nosotros se volvió casi insoportable. Mi corazón estaba golpeando en mi pecho tan fuerte que estaba segura de que Pedro podía oírlo. Apreté mi mano en su brazo reflexivamente y él se giró para mirarme. Mi mirada sostuvo la suya y me mordí con fuerza mi labio inferior para centrarme en algo más que las mariposas que amenazaban con ahogarme. Fuego brilló en los ojos de Pedro y extendió su mano para tirar de mi labio lejos de mis dientes con la yema de su dedo pulgar. Mi lengua salió para lamer mis labios brevemente y atrapo su dedo. Sus ojos se ensancharon y mi respiración quedo atrapada cuando una peligrosa lujuria nubló su mirada de acero. En ese momento las puertas del ascensor se abrieron y Pedro retiró su mano para acompañarme a salir del ascensor. Puso su mano en la parte baja de mi espalda ayudándome a mantener el equilibrio mientras entraba en la limo, y luego él siguió detrás de mí. Tras alejarnos de la acera los ojos de Pedro se reunieron con los míos.


-Realmente te ves lo suficientemente buena como para comer, Paula. ¿Una bebida? - Me pasó una copa de champagne. Cogí el vidrio con dedos temblorosos y tome un sorbo.


-No tienes que estar nerviosa. No te voy a dejar sola esta noche -me miró directamente a los ojos, como si eso fuera a ayudar a calmar mis nervios. Me limité a asentir.


-Parte de mí quiere llevarte a mi casa para que nadie pueda verte en ese vestido. Para mis ojos solamente -Él trazó con sus dedos a lo largo de mi muslo. Me sonrojé mientras sus ojos me observaban.


-¿Vas a hablar esta noche, Paula?


-Sí — susurre. Terminé mi copa de champagne de un solo trago y Pedro levantó su ceja antes de tomar mi copa.


-Justo a tiempo. Aquí estamos -Pedro terminó su champagne y luego me guió fuera del coche. Salió detrás de mí y puso su mano en mi espalda, las puntas de sus dedos jugando justo debajo del dobladillo-. No puedo esperar para sacarte este vestido esta noche- susurró en mi oído. Mi corazón se detuvo y sentí mis mejillas arder mientras nos fusionamos con la multitud que subía los escalones hacia el baile.


Pedro fue fiel a su palabra y mantuvo su brazo alrededor de mi cintura durante todas las bebidas y mientras hablaba con socios de negocios y conocidos. Me sentía torpe y fuera de lugar, pero la mano fuerte de Pedro en mi espalda me mantenía conectada a tierra y en el presente, consciente de la energía sexual zumbando entre nosotros. La cena se anunció y nos dirigimos a una habitación con vistas al río. 


Nos sentaron en grupos de ocho, y Pedro me presentó a todos en la mesa. Una mujer, no mucho mayor que Pedro, sostuvo a mi mirada y me valoro cuidadosamente cuando él me presentó. Tenía el pelo largo oscuro y brillante, con ojos almendrados y llevaba un sexy vestido de cóctel azul marino.


-Evangeline, este es John Davis y Madeleine Snow-Una pequeña sonrisa apareció en los labios de la mujer. Eché un vistazo a Pedro para calibrar su reacción a ella, pero él no mostró ninguna. Asentí a cada uno de ellos con una sonrisa, y comencé a juguetear con las manos debajo de la mesa. Pedro lo notó y tomó mi mano en la suya, sosteniéndola en su regazo. Suspire y desee que mi corazón dejara de punzar.


La conversación en la mesa era animada y durante la cena sonreí y asentí con la cabeza cuando era apropiado. Pedro apenas me habló, pero mantuvo un firme agarre en mi mano. 


Cuando trate de apartarme, él sólo la sostuvo con más fuerza. Para cuando llego el postre yo estaba aburrida y lista para que la noche terminara. Claramente sólo había sido invitada para ser un adorno, Pedro apenas se había dirigido a mi esta noche.


-¿Algún problema, Paula? - Se inclinó Pedro y susurró en mi oído. Mis ojos se clavaron en los de él con una mirada de irritación.


-Creo que es hora de que me vaya - intenté tirar mi mano de la de Pedro.


-Eso es una lástima, Paula - sus ojos brillaban peligrosamente mientras deslizaba mi mano arriba de su muslo y hacia contacto con su muy obvia erección-. He estado bastante excitado al estar a tu lado toda la noche - su mirada taladro la mía. Mi respiración se atrapo y un hormigueo inmediatamente se apoderó de mi cuerpo. Mordí mi labio y tire de mi mano de nuevo en mi regazo. Él puso su mano en mi muslo y froto suavemente de adelante hacia atrás, trepando un poco más con cada pasada. Pedro regreso a la conversación en la mesa como si no me estuviera volviendo loca bajo el mantel. Traté de ajustar mi pelvis más bajo para disuadir a Pedro de continuar, pero parecía que sólo lo excitaba mientras las yemas de sus dedos subían más arriba de mi muslo. Él siguió frotando de un lado a otro donde la parte superior de mi muslo se encontraba con mi vientre. No pude tomar ni un minuto más de su tortura.


-Perdón - me puse de pie y sonreí a la mesa. Pedro se levantó y agarró mi mano-. Voy al baño - le susurre. Una mirada peligrosa brilló en sus ojos cuando deje caer su mano y me aleje. Hice mi salida de la sala y me dirigí hacia las puertas dobles. Aspire una bocanada del fresco aire de la noche en mis pulmones y me desplome contra la pared de ladrillo. Tenía casi decidido llamar a Cata y pedirle que viniera a buscarme.


-¿Te estás divirtiendo con Pedro? -Madeleine Snow se me acerco con una sonrisa fría en su rostro-. Sabes él no es alguien en quien construir tus sueños.


-Gracias por el aviso-mis ojos observaban la fría noche de Boston.


-Pedro rompe corazones. Una vez que él te folle te dejará. - Sin duda debería haber llamado Cata pidiéndole que me buscara. No me interesa estar colgada del brazo de Pedro, o permitir que una mujer viciosa que pensaba que tenía un derecho sobre él afilara sus garras en mí.


-Confía en mí, Paula. Una vez que él haya conseguido lo que quiere pasara a la siguiente -con eso, ella se dio la vuelta y se dirigió a la puerta. Tomé una respiración profunda y saque mi teléfono para mandarle un mensaje a Cata.


- ¿Qué hay con el acto de desaparición? - Pedro salió de la puerta del edificio con un andar seguro.


-Necesitaba aire - evite que mis ojos se reunieran con su mirada.


-Vamos - puso su brazo alrededor de mi cadera y el aire crujió con energía entre nosotros-. Ya hice mi aparición. Y no puedo dejar de pensar en quitarte ese vestido -apretó su cuerpo al mío para mostrarme qué tan excitado que estaba. Mi respiración se enganchó y mi mano subió a la parte posterior de su cuello. Respire su fresco aroma y creo que mi cuerpo se tambaleó con la excitación. Me sentí irremediablemente atraída a él como una polilla a una llama, no importaba lo que haya dicho Madeleine. Tenía la sensación de que saldría quemada por culpa de Pedro Alfonso, pero no me importaba.


Él presiono sus labios con los míos y pasó su lengua por mi labio inferior. Abrí mi boca y nuestras lenguas se enredaron juntas. Cómo podía ser tan controlador y tan romántico de un momento a otro, no lo podía entender. Lentamente se apartó y apoyó su frente en la mía, su respiración era entrecortada y sus ojos estaban nublados.


- ¿Qué me estás haciendo, Paula? -Susurró él suavemente y luego trazo mi labio inferior con la yema de su dedo pulgar-. Carro, ahora, - me apartó de la pared y me acompañó con pasos rápidos a donde la limusina estaba esperando.


-Casa - instruyó Pedro a su conductor mientras entrabamos en la limo. . Me escabullí hasta el otro lado del asiento y Pedro se deslizó junto a mi lado, deslizando su mano detrás de mí cuello y girando mi cabeza para mirarlo.


-Eres tan hermosa - me dio besos dulces a lo largo de la línea de mi cuello y luego rozó mi oreja con sus dientes. Se abrió camino a lo largo de mi mandíbula hacia mis labios, me estaba volviendo loca con la lujuria. Arqueé mi espalda hacia él y profundice el beso. Él gruñó en el fondo de su garganta y deslizó su mano por mi torso para trazar con sus dedos a lo largo del borde del vestido, justo por encima de mis pechos. Amaso mi sensible carne con un agarre firme y mis pezones se endurecieron bajo su toque. Mi respiración se hizo entrecortada y me alejé, desesperada por llenar mis pulmones con aire. Él colocó su otra mano detrás de mi espalda y me reclino contra el asiento permitiéndole mejor acceso a mi cuerpo.


-Quiero rasgar el vestido de tu cuerpo y hacer el amor contigo aquí mismo-Pedro tiró del escote, revelando más de mi carne y pasó su lengua por el borde del ajuste encaje. Mi piel se estremeció de deseo y mis terminaciones nerviosas se calentaron al instante. Mi cuerpo entero zumbaba con lujuria por él y levanté mis caderas buscando una mayor fricción. Él uso ambas manos para presionar mis pechos hasta que la carne se desbordó desde la parte superior del vestido y luego utilizo sus dientes suavemente para morder y lamer. Me estaba volviendo loca con necesidad y yo ansiaba el contacto piel a piel con él.


Le empujé hacia atrás y fuera de mí y me dio una mirada confusa. Le sonreí, así sabría que no tenía ninguna intención de empujarlo lejos esta noche. Esto podría llegar a ser una aventura de una noche con Pedro Alfonso pero yo iba con todo. No podía alejarme de él ahora, y no quería. Empuje su espalda contra el asiento y me cerní sobre él, besando sus labios, a lo largo de su mandíbula, rozando el lóbulo de su oreja y luego bajando por su cuello. Su olor era embriagador y su piel tenía un sabor ligeramente salado y masculino. Mis dedos alcanzaron su corbatín y desataron el nudo. 


Desabroche el botón de su cuello y arremoline mi lengua en el hueco de su cuello. Él respiró hondo cuando pase mis dedos por las solapas de su chaqueta hasta aterrizar en el botón de sus pantalones. Gimió cuando desabroche la cremallera. Me sorprendí al encontrar que no estaba usando ropa interior.


-Paula…- susurró mi nombre. Lo mire a los ojos a través de mis pestañas y luego trace con mi lengua su endurecida longitud. Su cuerpo entero se estremeció de placer. Seguí la cabeza de él con mi lengua, antes de llevarlo en mi boca. 


Sus caderas corcovearon en respuesta y su mano se curvo en mi pelo.


-Tu boca se siente tan jodidamente bien- gimió él con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el respaldo del asiento. Corrí mi puño a lo largo de su longitud mientras me balanceaba hacia arriba y hacia abajo, tomándolo completamente en mi boca cada pocos pasos. Sus dos manos se enredaron en mi pelo y apretó mientras sus caderas comenzaron con ritmo a reunirse con mi boca, podía decir que estaba cerca. Lo tome en la parte posterior de mi garganta y apreté mis labios mientras tiraba de él y luego sentí chorros de su salado sabor en mi boca. Seguí algunas pasadas más a lo largo de su longitud suavemente mientras él cabalgaba su orgasmo y entonces solté su longitud con una sonrisa. Pedro me levantó de su cuerpo y me besó con fervor. Apretó sus labios tan duro con los míos que pensé que saldría un moretón.


-Me dejas sin palabras, Paula - él tiró lejos y me dio una sonrisa torcida, sus ojos entrecerrados con una mirada en partes iguales de lujuria y algo más. La limusina se detuvo y Pedro subió su cremallera y se abrochó los pantalones justo cuando la puerta se abría. Su conductor estaba parado esperando que saliéramos del coche.


- ¿Quieres entrar? - La mano de Pedro tocó mi mejilla con una sonrisa. Asentí. Agarró mi mano y nos dirigió hacia la acera de una casa en Beacon Street.


-Gracias, Parker - asintió a su conductor. Me acompañó por las empinadas escaleras con su mano apretada alrededor de la mía. Una luz brillaba a través de dos pilares de piedra caliza iluminando la puerta. Nos detuvimos y él marco un código antes de abrir la puerta para nosotros. Caminamos por una amplia entrada con pisos de mármol oscuro y blancas paredes cremosas con elegantes molduras.


Pedro se giró y me empujó contra la puerta que acababa de cerrar detrás de nosotros y deslizó su mano hasta la longitud de mi muslo. Su otra mano serpenteaba alrededor de mi cintura mientras se inclinaba y delicadamente me beso en los labios. Mis manos se enredaron en su pelo y tiraron. Un estruendo escapó de su pecho y su mano se deslizó hasta mi trasero y apretó firmemente.


-Me encantas en este vestido, Paula, pero es demasiado restrictivo para lo que quiero hacer contigo, - sus ojos brillaban con lujuria. Corrió una mano lentamente por mi espalda, siguiendo la curva de mi espina dorsal, y encontró la cremallera en la parte superior del vestido. Deslizó lentamente la cremallera mientras mi corazón comenzaba a latir con fuerza y arqueé la espalda hacia él. Desabrochó el vestido y lo aflojó de mi cuerpo sin dejarlo caer. Un dedo jugó con el encaje por encima de mis pechos, antes de tirar lentamente de la tela hacia abajo para revelar el pecho a él. 


Mis pezones se endurecieron cuando el tejido rozó mi piel hipersensible. Sus ojos me miraban a través de oscuras pestañas antes de que se inclinara y encontrara mi pezón con los dientes, tirando con firmeza antes de succionarlo en su boca. Mi cuerpo se estremeció de placer y mis manos sostuvieron su cabeza en mi pecho, animándolo. Él plantó una mano firmemente en la puerta detrás de mí y me inmovilizó con la longitud de su cuerpo. Yo jadeaba de deseo, mi cuerpo inundado de sensibilidad. Mis manos se fueron a las solapas abiertas de su chaqueta y la empuje fuera de él, y entonces empecé a trabajar en los botones de su camisa de vestir. Tiré de la camisa fuera de los pantalones y la arrojó fuera de sus hombros. Deshice la parte superior de sus pantalones antes de que sus manos agarraran mis muñecas con fuerza, obligándome a detenerme. Mis ojos recorrieron su cuerpo delgado, desde el botón deshecho en lo alto de sus pantalones de etiqueta negros, a la marcada forma V de su músculo pélvico, hasta los duros planos de su pecho. Mis dedos dolían por correr a lo largo de su cuerpo. Moví mis manos para tocarlo, pero él me sujeto las muñecas más apretadamente y negó con la cabeza.


-No, Paula, - él tiró de mis muñecas por encima de mi cabeza y las encerró juntas con una mano. Atacó a mi cuello con mordiscos y lametones, haciendo su camino a mis labios y presionando profundamente. Pedro Alfonso me besó más apasionadamente de lo que había sido besada en mi vida. 


Este hombre parecía encarnar la pasión, de pies a cabeza. 


Él deslizó su mano libre en la parte superior de mi vestido y lo tiró hacia debajo de mi cuerpo lentamente. La tela corriendo por mi piel hipersensible me condujo hasta la locura y arquee mis caderas, buscando la fricción contra él.


-Todavía no, Paula. Quiero verte, - sus ojos ardían en los míos. Tiró del vestido abajo sobre mis caderas hasta que finalmente cayó y se agrupo a mis pies. Me quedé delante de él en mis shorts de niño de encaje negro y un par de Louboutin de color negro con las manos fijadas encima de mi cabeza por Pedro Alfonso. Nunca me había sentido tan expuesta o encendida. Mi cuerpo se retorcía mientras una sonrisa se dibujó en sus labios. Acarició la cintura de encaje de mis panties, amenazando con sacarlos fuera de mí.


-Encaje otra vez, Paula? - Pedro lamió sus labios, recordándome nuestra erótica escapada fuera del club la noche anterior.


Mi corazón vibraba en mi pecho, y su mano viajó alrededor de mis caderas para aterrizar en mi trasero. Su mano recorrió mi muslo y engancho mi pierna alrededor de su cadera. Me besó profundamente, terminando con un mordisco en el labio inferior antes de soltar mis muñecas y poner su mano en mi otro muslo, levantándome para encontrarme con sus caderas. Él me sostuvo contra la pared, y apreté mi núcleo contra él tratando de aliviar la tensión en todo mi cuerpo. Mis lugares más sensibles anhelaban ser llenados por él y si la tensión no se aliviaba pronto creo podría quemarme.


Envolví mis brazos alrededor de su cuello e inhale el aroma de su piel debajo de su oreja. Tire duro de su cabello para hacerle saber que estaba preparada para él. Debió haber recibido el mensaje porque sostuvo mi trasero con ambas manos, me separo de la pared y caminó con pasos rápidos hacia la amplia escalera.




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