domingo, 11 de marzo de 2018

CAPITULO 7




Cata y yo acabábamos de regresar de ser enceradas, desplumadas y pulidas. Cata maquillo mis ojos con un ahumado sexy para ir con el vestido de encaje negro y mi pelo caía en suaves ondas por mi espalda. Ella me ayudó a entrar en mi vestido y me prestó un par de Louboutin negros de punta abierta para la noche.


Las mariposas revoloteaban alrededor de mi estómago mientras ella sostenía mi mano y me llevaba al espejo de cuerpo entero en su habitación.


- Te ves espectacular, Paula. Él no será capaz de apartar los ojos de ti -sonrió ella con orgullo.


Mis ojos se dirigieron hacia el reflejo en el espejo. El vestido abrazaba mis curvas como un guante; mi cintura parecía increíblemente pequeña, y sólo el menor atisbo de escote se asomaba por el cuello de encaje festoneado. El vestido se deslizaba a lo largo de mis caderas, y luego, flotaba lentamente lejos de mis rodillas hasta el suelo.


-Aquí. Esto es perfecto -Cata suavemente tiró de una sección de mi pelo hacia atrás y lo prendió con un sencillo clip de brillante negro, justo detrás de mí oreja.


- ¿Te gusta? -Cata me miro por aprobación.


-Sí-susurre. Simplemente, no había palabras para describir la sensación de llevar un vestido tan hermoso. Justo en ese momento hubo un suave golpe en la puerta. Eché un vistazo a Cata. Sentí como si las mariposas hubieran saltado a mi garganta, haciéndome difícil respirar.


-Oye, vas a estar genial -Cata me abrazo-. Ahora ve a reunirte con tu príncipe azul -me dio una palmada en el trasero mientras yo me apuraba fuera de la habitación para abrir la puerta.


-Paula -Pedro estaba en mi puerta vestido con un esmoquin negro con una camisa blanca y corbata de moño. Parecía que había intentado domesticar su pelo pero todavía estaba ondulado y sexy y sólo un poco demasiado largo. Sus ojos azules acero destellaron mientras tomaba nota de mí, desde la cabeza hasta los pies-. Te ves espectacular.


-Gracias -susurre-. Tú también -mis ojos sostuvieron los suyos y pude sentir las chispas llegar a la vida entre nosotros.


Las esquinas de su boca se alzaron en una sonrisa y él tendió su brazo para mí. Le di un último vistazo a Cata, quien me dio una sonrisa radiante, y luego coloque mi brazo en el de Pedro y nos dirigimos a mi primer baile.



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