domingo, 11 de marzo de 2018
CAPITULO 9
Pedro me sostuvo envuelta alrededor de su cuerpo mientras tomaba las escaleras de dos en dos. Abrió una puerta y entramos en el dormitorio principal que abarcaba todo el piso superior de la casa. La habitación estaba iluminada con una estela de la luz de la luna desde el suelo hasta las ventanas del techo con vistas al Public Garden y la ciudad más allá.
Estaba segura de que la vista normalmente me habría quitado la respiración si no estuviera arropada por el duro cuerpo de Pedro Alfonso en este momento.
-Voy a follarte contra esas ventanas Paula, pero no esta noche. -Me sentó en las suaves sábanas blancas de su cama y se apartó para mirarme. Los pantalones de etiqueta colgaban bajo sobre sus caderas con el botón superior deshecho, lucía peligrosamente sexy bañado por la luz de la luna y todo lo que podía pensar era en su cuerpo apretado contra el mío.
-Lo suficientemente buena para comer, Paula. -Sus ojos se deslizaron de arriba y abajo de mi cuerpo.
-Podría decir lo mismo de ti. -Mis ojos se encontraron con los suyos. Me dio una sonrisa torcida mientras levantaba mi pie y trazaba a lo largo con su nariz. Tomó mi zapato y lo dejó caer al suelo. Colocó mi pie de nuevo en la cama suavemente y luego retiró mi otro zapato antes de gatear por la cama y mi cuerpo. Sus dedos capturaron la cinturilla de mi ropa interior.
-Espero que no seas aficionada a estos. - Pedro rasgó el delicado encaje fuera de mi cuerpo y los empujó en el bolsillo de su pantalón. Mi corazón saltó algunos golpes mientras él pasaba su nariz por el costado de mi muslo, asegurando mis piernas en su lugar con sus fuertes manos.
Me retorcí bajo su control en anticipación de lo que podría hacer.
-Hueles embriagadoramente. -Palmeó sobre mi centro antes de deslizar su lengua entre mis muslos. Grité de placer al sentir finalmente su toque donde mi cuerpo más quería.
-Siempre tan dispuesta. -Se alejó por un momento antes de correr su lengua hasta el manojo de sensibles nervios. Grité otra vez y me arqueé hacia él. Mis manos se enredaron en su cabello y tiré de las hebras de seda. Alternó chupando y mordisqueando antes de empujar lentamente un dedo dentro de mí. El deseo me inundó cuando Pedro continuó lamiendo y mordisqueando antes de deslizar otro dedo dentro de mí y bombear su mano. Mi cuerpo comenzaba a tensarse y estaba a punto de explotar debajo de él, pero lo quería sentir dentro de mí. Traté de arrastrarlo hacia mí, la señal de que estaba lista para él.
-Todavía no, Paula. Quiero que te vengas primero. -Bombeó más profundo y chupó más duro y caí sobre el acantilado mientras el placer se vertía a través de mi cuerpo. Mis dedos apretaron el agarre sobre su pelo cuando mi cuerpo se tensó y luego se relajó debajo de él. Mi corazón latía con fuerza en mis oídos y mi respiración salía en rasgados jadeos.
-Eres tan dulce como pensé que lo serias. -Se arrastró hasta mi cuerpo y luego me besó en los labios, obligando su lengua en mi boca para saborearme a mí misma en él. La acción fue sorprendente excitante e hizo mi cabeza marearse con el deseo de probarme y a él mezclados juntos.
Sostuve su cabeza con la mía con fuerza y lo besé con pasión. Pedro se apartó de mí y gemí.
-¿Estamos dispuestos, Señorita Chaves? -Sonrió, retrocediendo de la cama desabrochó sus pantalones, dejándolos caer al suelo. Mis ojos se posaron en su longitud mientras se acariciaba un par de veces mientras me miraba.
-Me tienes tan duro, Paula. -Los ojos de Pedro ardieron.
Gateó sobre mí en la cama y me tomó la cabeza con fuerza entre sus manos mientras me besaba y pasaba la punta de su miembro entre mis piernas. Envolví ambos brazos alrededor de su cuerpo, enterrando mis uñas en su espalda.
Mis piernas se cerraron alrededor de su cintura y lo apreté con más fuerza contra mi centro, animándolo.
-¿Estás lista para mí, Paula? -Mis ojos vacilaron mientras él se congelaba encima de mí.
-Sí. -El aire escapó de mis pulmones.
-Dilo -gruñó, sus caderas contra mí, provocándome.
-Estoy lista para ti -susurré y arqueé la espalda hacia él.
-Lista para mí, ¿para hacer qué, Paula? -Continuó provocándome.
-Listo para que me folles, Por favor, fóllame, Pedro -Mis uñas excavaron en su espalda.
Gimió encima de mí.
-Me gusta oírte rogar, Paula. -Atacó mi boca con la suya mientras empujaba en mí en un movimiento rápido. Di un grito ahogado en su boca ante la repentina sensación de él dentro de mí. Mi cuerpo se adaptó rápidamente y comenzó a entrar y salir. Besó y mordisqueó a lo largo de mi cuello y sus manos acariciaron desde mis pechos a mis caderas. Luego se echó hacia atrás y tomó mi pantorrilla en su mano y la levantó por encima de su hombro mientras comenzaba a estrellarse contra mí. Grité de placer cuando el nuevo ángulo le hacía golpear a un lugar nuevo y delicioso.
-Te sientes tan jodidamente apretada, Paula. -Empujó dentro y fuera y puse mis manos encima de mi cabeza para agarrarme contra la cabecera.
-Te ves tan sexi expuesta así para mí. -Situó otra mano en mi pecho y lo apretó con fuerza. Me estaba llenando hasta la empuñadura y no podía imaginar que algo se podría sentirse mejor. En ese momento, la mano de Pedro se arrastró hacia abajo de mi pecho a mi hipersensible conjunto de nervios y comenzó a presionar y masajear en círculos.
-Vente para mí, Paula. -Siguió meciéndose dentro y fuera de mí. Me miró a los ojos y mi orgasmo me atravesó, enviando estremecimientos hasta los dedos de mis pies y llenándome de placer hasta mi cabeza. Pedro gimió y apretó la mandíbula y luego sentí su cuerpo pulsar. Sus golpes se ralentizaron y se desplomó sobre mí jadeando. Mis dedos se entrelazaron en su pelo y mi corazón se sentía como si pudiera retumbar fuera de mi pecho mientras la cabeza de Pedro estaba encima. Su respiración se desaceleró y rodó a un lado y se enroscó alrededor de mi cuerpo, me encerró en sus brazos mientras escuchaba su respiración más profunda. Mis propios párpados se volvieron pesados y me quedé dormida casi al instante.
Estiré mis brazos hacia atrás como un gato y suspire profundamente antes de que la realización iluminara mi brumoso cerebro y me diera cuenta de que no estaba en mi propia cama. Y que mis partes femeninas dolían. Había ido a casa con Pedro anoche, y ahí estaba yo a la mañana siguiente, inhalando el olor a almizcle de nuestras relaciones sexuales en sus sabanas. Imágenes del viaje en limosina aquí, inmovilizada contra la pared, y él entre mis piernas, cruzaron por mi mente.
Abrí los ojos lentamente y me di la vuelta, encontrándome sola en su cama. La arrugada sábana blanca estaba envuelta sobre mi cuerpo desnudo y de repente sentí solo vergüenza. Pedro se había deslizado fuera de mí; ¿se arrepentiría de lo de anoche? ¿Debo vestirme y salir a hurtadillas por la puerta? Me mordí el labio y miré alrededor de la habitación por mi ropa y me di cuenta de que Pedro me había desvestido en el vestíbulo, y luego arrancó mis bragas anoche. No tenía nada que llevar a excepción de un buen par de zapatos.
Mis ojos escanearon alrededor de la habitación por algo con lo que cubrirme. Esto sería un paseo de la vergüenza. La camiseta de Pedro yacía sobre una silla junto a la puerta y fui por ella e hice mi camino hasta su cuarto de baño. Hice mis necesidades entonces me paré delante del espejo para hacer control de daños. Deslicé mis dedos rápidamente a través de mi cabello para quitar los enredos y luego salpiqué mi cara con agua en un intento de lucir fresca. Tiré de la camiseta sobre mi cabeza y la extendí para cubrir mi trasero lo más posible. No sabía a lo que me iba a enfrentar cuando saliera por la puerta del dormitorio, pero tenía que hacer por lo menos un intento de dignidad ante la situación actual.
Solté el aire de mis pulmones, sostuve mi cabeza en alto, y caminé fuera de la habitación y me dirigí escaleras abajo.
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Què buena historia!!!!
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