miércoles, 14 de marzo de 2018
CAPITULO 19
El despertador sonó temprano a la mañana siguiente y hundí mi cabeza más en las sábanas, deseando que el estridente ruido se detuviera. Y luego de que lo hice me di cuenta que anoche había dormido en casa de Pedro y su cuerpo caliente todavía estaba junto al mío.
—Despierta, dormilona.— Pedro froto de arriba abajo mi brazo. Gemí y me acurruque más cerca de él, no queriendo romper el perfecto y tranquilo momento. Inhale su dulce aroma y sonreí. Mis dedos hicieron cosquillas a lo largo de la parte inferior de su abdomen y rozaron los duros planos de su estómago.
—Paula—, se quejó. —Por mucho que me gustaría poder demostrarte lo emocionado que estoy al despertar contigo en la mañana, tengo que ir a trabajar.
—¿Qué hora es?— Mis dedos se burlaban por debajo de la cintura de sus pantalones de pijama.
—7:30.— Su cálida mano cubrió la mía y la arrastró de nuevo hasta su pecho y lejos de donde se había dirigido.
—¿Qué?— Grite y salte fuera de la cama. —Me tengo que ir—. Corrí hacia su cuarto de baño.
—Paula, trabajas desde casa.— Pedro se levantó y me observó apresurarme alrededor de su habitación en busca de mis zapatos con un toque de diversión en sus ojos.
—Tengo una llamada conferencia a las 8.
—Hazla desde aquí—. Envolvió sus brazos alrededor de mí y se acurrucó.
—No puedo.— Gemí ante en el delicioso olor de su piel. —Mi laptop, mis notas, tengo que ir a casa.
—Está bien. Nos vemos al almuerzo?
Arquee una ceja, recordando lo que había sucedido la última vez que se suponía que íbamos a almorzar.
—Te recojo al mediodía.— Él me dio una palmada en el trasero mientras yo me apresuraba a la puerta de su dormitorio.
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