viernes, 9 de marzo de 2018
CAPITULO 3
A la mañana siguiente me dirigí a la cafetería a la vuelta de la esquina de nuestro apartamento en South End. Catalina trabaja como diseñadora de modas y es increíblemente ruidosa cuando está en medio de una de sus fases creativas. George Michael rebotando en las paredes de nuestro apartamento no es algo de lo que yo necesariamente estaba opuesta, justo cuando estaba tratando de terminar mi trabajo.
Sólo había podido justificar perder una semana por mudarme de Amherst, donde Catalina y yo habíamos asistido a UMASS4 juntas, así que mientras yo estaba en su mayoría desempacando, no estaba establecida. Sin embargo mi cuenta bancaria se deterioraba en un ajustado presupuesto, así que necesitaba comprometerme varias horas hoy para trabajar. Soy buena escribiendo y le tengo amor a la moda, así que contaba con la suerte de estar trabajando como editora de un popular sitio web.
Vi una tranquila mesa en una esquina de la concurrida cafetería y me dirigí allí para dejar mi bolso antes de ordenar mi habitual latte de vainilla y soja. Estaba tan concentrada en llegar a mi pequeño y aislado rincón de la cafetería que no estaba prestando atención y golpee con los hombros de otro cliente del java.
—Paula! ¿Cómo estás?— El hermano de Cata, Sebastian me envolvió en un torpe abrazo de un solo brazo.
—Hola! Estoy bien. Tuve que escapar el apartamento; Cata está de un estado de ánimo creativo. — Él me dio una sonrisa cómplice. — ¿Vienes o vas? Únete a mí.
—Seguro, — Sebastian dejo caer su bolso de mensajero. — Latte grande de vainilla y soja, cierto?— Asentí con una sonrisa. Sebastian y yo habíamos salido durante la escuela secundaria y en la universidad. Catalina era mi mejor amiga en Nueva York y no fue hasta que cumplimos 16 que noté a Sebastian como algo distinto al hermanito de Cata. Era sólo un año menor que nosotros, por lo que encajaba muy bien con nuestro grupo. Éramos inseparables hasta que Catalina y yo fuimos a UMASS para la Universidad. Sebastian y yo intentamos hacer que una relación a larga distancia funcionara, pero se volvió demasiado estresante, y resultó que Sebastian tenía problemas de confianza. Rompí antes incluso de que hubiera pasado mi primer año. Al año siguiente sospeché que Sebastian nos seguido a UMASS para intentar reavivar nuestra relación, pero nunca funcionó. Ahora todos nos habíamos graduado y vivíamos en Boston. Las cosas eran aun ligeramente incómodas entre Sebastian y yo, pero por el bien de Catalina logramos seguir la amistad.
Sebastian regresó unos minutos más tarde con dos humeantes tazas de café.
—Mm...Muchas gracias, — sentí el calor entre mis manos e inhale el caliente vapor.
— De vuelta al trabajo? Catalina te estaba volviendo loca?— Me reí porque no estaba equivocado. Cata era mi mejor amiga, pero eso no significa que su constante exuberancia no me molestara.
—Cata no me volviendo demasiado loca. Fuimos a una cosa de moda anoche en el paseo marítimo.
—Ah, lujoso. Ella me arrastra de vez en cuando. El bar abierto siempre es la cualidad redentora.
—Me imagino—, sonreí.
— Tenemos que salir este fin de semana. Boston tiene algunos clubes geniales, — dijo efusivamente Sebastian.
—Todavía tengo mucho que hacer y ahora que estoy trabajando...— Hice un gesto a mi portátil todavía en la bolsa.
—Todo trabajo y ningún juego, Paula, — se mofo-regañó Sebastian. —Le diré a Catalina, ella se encargara.
—Estoy segura de que lo hará, — me reí.
—Ok, este fin de semana. Tú, Cata y yo estamos golpeando la ciudad, —Sebastian se puso de pie y se inclinó para darme un beso en la mejilla.
—Adiós, Sebastian, — le di un rápido apretón antes de que él se volviera y saliera de la cafetería llena de gente.
Saque la laptop de mi bolso y lo abrí, preparada para reservar unas horas y terminar el trabajo. La semana de la moda de Nueva York sólo había cerrado y el mundo de la moda era un hervidero analizando todas las nuevas tendencias para la primavera que viene.
—Ese era tu novio?— Sobresaltada, golpee mi café caliente derramándolo en la mesa. Mis ojos se levantaron mientras mi mente reconocía la familiar voz.
—Parece ser un hábito suyo asustar a las personas—, me queje mientras mis ojos observaban la hermosa cara de Pedro Alfonso de pie junto a mí.
—Tal vez es menos culpa mía el de asustarla si usted no tuviera el hábito de no ser consciente de sus alrededores, — me dio una sonrisa medio engreída. Me apresuré a limpiar el desorden de café sobre la mesa y ordenar mis pensamientos.
—Lo dudo Sr. Alfonso. Le puedo ayudar con algo?— Sostuve su mirada de acero.
—Se veía terriblemente íntima, Paula. Era ese su novio?
—No es que sea asunto suyo, pero no, no lo es. Nosotros somos amigos, —me ocupé en mi portátil.
— ¿No acabas de mudarte aquí? Parece hacer amigos rápidamente, —Pedro todavía estaba de pie cerca de la mesa con una postura acusatoria. ¿Cómo sabía que había acabado de mudarme aquí? Ciertamente no le dije eso durante nuestro breve encuentro la noche anterior.
—Crecimos juntos, — lo miré sospechosamente. ¿Era Pedro Alfonso alguien de quien debería estar preocupada?
Ciertamente él actuaba extraño sólo después de habernos encontrado dos veces.
— ¿Hay algo que pueda hacer por usted, Sr. Alfonso?— Crucé los brazos y cerré la mandíbula.
Sus cejas se alzaron y la esquina de su boca se torció en una pequeña sonrisa.
—Bien, ahora que soy responsable por derramar su café, puedo conseguirle otro?— Mire sus fríos ojos azules por un momento. ¿Cuál era su intención? ¿Era Pedro Alfonso alguien de quien necesitaba tener miedo? ¿Era algún sexy y loco acosador, en su tiempo libre?
—Yo me encargo, gracias, — comencé a escarbar en mi bolso mi billetera.
—Yo lo tengo, Paula. Latte de vainilla y soja, ¿no?— Pedro se dio la vuelta y se dirigió hacia el mostrador.
Mi mente corrió con la posibilidad. Pedro Alfonso era magnífico, pero algo en él me hacía sentir incomoda. Me miraba con ojos que eran casi posesivos. Mi mente aún estaba conmocionada cuando Pedro se paseó de nuevo con una taza de café en la mano. Se sentó en la silla frente a mí y me miró pensativo.
—Gracias...— mi voz se fue apagando. — ¿Cómo sabias que acabo de mudarme aquí? ¿Y qué bebo latte de vainilla y soja? ¿Debo de estar preocupada de que seas un loco y sicópata acosador?— Le sonreí.
Pedro dio una risa profunda.
—Hago mi investigación Paula. Sé que eres de Upstate. Tienes 26 años. Te graduaste de UMASS con una Licenciatura en periodismo. Tu compañera de habitación es diseñadora de modas, tú eres una editora de moda, y tu pedido estaba escrito en la taza de café, — una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Usted siempre investiga tan a fondo las personas con las que entra en contacto, Sr. Alfonso?
— Sólo si sirven a mis intereses, de alguna manera—, su mirada era firme sobre mí. Nuevamente hubo un chisporroteo entre nosotros mientras sus ojos ardían en los míos.
—Bueno, no estoy segura de por qué yo sería de algún interés. Así que supongo que su investigación fue en vano, —me negué a que me intimidara. Puede que sea un atractivo, multimillonario CEO con cautivadores ojos azul hielo y un aura atractivamente oscura sobre él, pero no tengo tiempo para juegos, en la vida o el amor.
—Por el contrario Señorita Chaves, usted es de gran interés para mí. —. Arquee una ceja hacia él, con el corazón golpeando en mi pecho. Sus palabras se sentían como si tuvieran más significado de lo que dejaba entrever. —Soy un capitalista Paula. Tengo algunas boutiques en Newbury, así que el hecho de que usted sea una editora de un importante sitio Web podría venir bien.
—Oh, — un pequeño pedazo de mí estaba decepcionado, aunque estaba incómoda, incluso admitiéndome eso a mí misma.
—Hasta que nos encontremos de nuevo, Señorita Chaves, — Pedro tomó mi mano en la suya suavemente y me miró fijamente a los ojos mientras me daba un beso en los nudillos. El corazón me dio un salto en la parte posterior de mi garganta, impidiéndome decir nada. Y con eso el enigmático Pedro Alfonso se giró y paseó fuera de la cafetería.
4 UMASS Universidad de Massachusetts Amherst
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ayyyyyyyyy ya empezó re linda.
ResponderEliminaray esta super buenisima, ya me atrapo
ResponderEliminar