sábado, 10 de marzo de 2018
CAPITULO 6
-Café... -Cata estiró sus brazos por encima de su cabeza a la mañana siguiente.
-Listo y esperando -eche un vistazo a la máquina de café.
-Y ¿cómo estuvo tu noche, Paula? -Los ojos de Cata destellaron con emoción. La fulmine con la mirada por burlarse del uso de Pedro a mi nombre completo. Ella arqueó una ceja en mí.
-Caminamos unas cuadras, intercambiamos algunas palabras, luego me trajo a casa.
-¿Eso es todo? -Cata arrugó la nariz en decepción.
-Puede que también haya habido un beso… o dos -Tomé otro sorbo de mi café francés.
-¡Paula! -Gritó Cata.
-¡Cata, mis oídos!
-¡Dime! ¿Fue increíble? Tiene unos labios hechos para besar -una mirada soñadora nublo sus ojos.
-Fue impresionante -suspiré.
- ¡Lo sabía! ¿Te acostaste con él? -Cata se inclinó más cerca, con los ojos de par en par.
-No.
-¿Por qué no? Yo lo hubiera hecho. Ese hombre es sexo con piernas -tomó un sorbo de su café.
Me reí de ella-: Sí lo es, y es peligroso.
-¿Por qué peligroso? - Cata frunció el ceño.
-Él me dejo en picada. No sé si voy o vengo. Te juro que es el hombre más frustrante, exigente, obstinado, atractivo y sexy que alguna vez ha caminado en el planeta -Cata asintió en simpatía. Justo en ese momento sonó el timbre. Los ojos de Cata se dispararon hacia arriba-. Yo voy -me deslice fuera del taburete y me dirigí a la puerta. De pie al otro lado estaba un hombre sosteniendo una portatrajes negro.
-Para usted, señorita Chaves, del Sr. Alfonso - fruncí el ceño.
Él colocó la bolsa en mis brazos, asintió con la cabeza y se alejó. Cerré la puerta con el pie y me dirigí a la cocina, moviendo el portatrajes sobre la isla de la cocina donde Cate estaba sentada.
-¿Otra vez? -Cata dejó la taza sobre la mesa y agarró la bolsa. Me encogí de hombros y esperé que la abriera. Ella abrió la cremallera de la bolsa y un hermoso vestido negro apareció. Cata suavemente lo saco de la bolsa de ropa y se quedó sin aliento mientras sostenía el vestido.
-Paula… -Los ojos de Cata bailaron sobre el vestido notando cada pulgada de él. Era un vestido negro con una capa de delicado encaje, mangas cortas y un escote festoneado. El vestido era esbelto a través de la cintura y luego suavemente se ensanchaba en una piscina de tela en el suelo. Me acerqué al vestido y mis dedos suavemente trazaron la línea del escote de encaje.
-Es Marchesa. Este vestido sólo caminó por la pasarela la semana pasada -El aire salió con mucha fuerza de mis pulmones.
-Aquí hay una nota -Cata me pasó un pedazo de papel doblado. Lo abrí y encontré una nota con el membrete personal y con la inclinada letra de Pedro.
Paula,
Sería un gran placer si me acompañaras al Baile del Fondo de Caridad de los Niños de Boston de esta noche. Debes estar lista a las 7.
-Él quiere que yo lo acompañe a un baile esta noche -miré a Cata.
-¡Paula! -Cata vio la preocupación en mis ojos y me dio un abrazo apretado-.Yo te ayudaré a prepararte. Estarás deslumbrante -Me senté en el taburete y apoyé la cabeza en la isla.
-No encajo en su mundo, Cata.
-Va a ser genial, Paula. Eres muy inteligente y bella, y Pedro, obviamente, piensa que vas a estar perfecta -Cata froto mi espalda-. Ahora vamos, vamos a hacer un día de spa para que estés todo pulida y brillante para esta noche -Cata corrió a su habitación para alistarse.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario