martes, 27 de marzo de 2018
CAPITULO 61
Desperté acurrucada en la cama la mañana siguiente, todavía en mi ropa y encima de las sabanas.
Había tropezado aquí ayer por la noche después de que Pedro había permanecido encerrado en su oficina durante horas. Me estiré y luego corrí al baño para vaciar mi vejiga. Mis ojos se sentian en carne vida y pesados de todo el llanto que había tenido la noche anterior. Pedro obviamente no había ido a la cama anoche.
¿Qué significa eso para nosotros? ¿Era esto el final? ¿Había elevado sus paredes y nuestro pequeño mono y yo estábamos firmemente situados en el exterior? Mi corazón se retorció ante el pensamiento.
Tome una ducha y deje que el torrente de agua caliente bañara mi cuerpo. Frote mi vientre y hablé con el pequeño humano creciendo en mi interior. Le dije que lo amaba, y que era tan querido y tan apreciado. Le dije que su papá estaría alrededor porque nos amaba a los dos, pero en el fondo no estaba segura de sí me lo creía.
Las lágrimas corrían por mis mejillas y sollozos escaparon de mi garganta. Estaba radiante de felicidad de tener la única cosa que nunca había pensado pudiera tener, y estaba devastada de que la única persona con la que soñé compartirlo podría no querernos en su vida. Me quede en la ducha por una incalculable cantidad de tiempo. No sabía si había lavado mi pelo o mi cuerpo, no me acordaba, pero cuando salí estaba tirando profundo desde un lugar de fortaleza muy en el fondo.
Si tenía que criar a nuestro bebé sola lo haría.
No podía hacer que Pedro nos quisiera pero sabía que yo quería este pequeño bebé y eso sería suficiente. Tendría que serlo. La mamá de Pedro había hecho un hermoso trabajo criándolo, sabía que si tenía que hacerlo, lo haría posible. Mi corazón se apretó ante la memoria de su dolor esa noche en la bañera de hidromasaje, hablando de su pasado. Esperaba que él no tomara esa decisión, pero no tenía ningún control si lo hacía.
Envolví mi pelo en una toalla y me puse mi albornoz antes de dirigirme descalza a la cocina por jugo de naranja.
Entonces recordé que debía recoger hoy algunas vitaminas prenatales y programar una cita con el médico. No sabía a quién acudir, pero lo averiguaría y me las arreglaría.
El pensamiento cruzó por mi mente de que quizás los padres de Pedro podrían recomendarme a alguien, pero claramente esa no era una opción ya que ni siquiera sabía si Pedro estaría en este momento en nuestras vidas. Bebí un sorbo de mi jugo de naranja en la cocina y mire por la ventana perdida en mis pensamientos.
-Buenos días, señora.-Una mujer mayor entró en la cocina.
-Hola, soy Paula- Le di una pequeña sonrisa.
-Mucho gusto, señora Alfonso. Soy Joana, el ama de llaves. El señor Alfonso me dijo que bajaría pronto- Una cálida sonrisa iluminó su rostro.
-Gusto en conocerte, Joana. ¿Sabes dónde está el señor Alfonso?- Pregunté casualmente.
-Creo que fue a nadar- Ella se apresuró en la cocina limpiando los mostradores.
-Gracias- Deje mi vaso en el fregadero antes de salir de la cocina.
No sé si debería buscar a Pedro; No sabía si él quería verme, pero de nuevo yo no sabía que debería hacer tampoco. Y como mínimo yo iba defendernos, a nuestro pequeño mono y a mí, y sólo esperaba que Pedro también lo hiciera. Subí las escaleras hasta el cuarto piso y salí a la terraza luego trepe la pequeña escalera en el tejado. Me di la vuelta y vi la desbordante piscina abierta ante mí con los jardines públicos y el horizonte más allá de Boston. El vapor se levantaba de la piscina climatizada y se mezclaba con el frío aire de noviembre.
El hombre guapo que era mi marido y el padre de mi hijo cortaba a través del agua con movimientos rápidos y seguros. Sus largos brazos entraban en el agua y los músculos de su espalda se ondulaban con el movimiento.
Sus amplios hombros brillaban en la luz de la mañana y mis ojos se arrastraron hasta su delgada cintura y el digno bañador negro que llevaba. Sus piernas musculosas pateaban suavemente y silencioso. Me quitó el aliento.
Me quede de pie y le vi silenciosamente mientras frotaba mi barriga sobre la gruesa bata. Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios al pensar en cómo me las había arreglado para conseguido un hombre tan hermoso en la tierra, pero mi mente me recordó que él estaría a punto de echarme de su vida. Esperaba desesperadamente que Pedro pudiese romper las paredes que siempre se las arreglaba para construir por nuestro monito y por mí. No decidí arruinar el momento hermoso y me giré para hacer mi camino por las escaleras a la suite principal.
Seque mi pelo y me vesti para hacer algunos recados.
Cuando bajé vi que el maletin de Pedro había desaparecido, así que supe que él se había ido para el trabajo. Joana lo confirmó. Mi corazón se rompió un poco más al pensar que él no me había dicho una palabra antes de salir.
Cuando regresé de la farmacia con las vitaminas prenatales, Joana estaba en la sala quitando el polvo a las hermosas pinturas de Pedro. Yo había hecho algunas investigaciones por obstetras en Boston antes de salir esta mañana pero las opciones eran abrumadoras.
-¿Joana?- Caminé detrás de ella.
-Sí, señora Alfonso?
-Por favor, llámame Paula- Le di una sonrisa cálida. -Me preguntaba... ¿Conoce de algún obstetra? Hay muchos para elegir, y no conozco a nadie que me dé una recomendación...- Seguí hasta que mi voz se apagó.
-Oh señora Alfonso, está usted y el Sr. Alfonso esperando un bebé?- Una sonrisa brillante cubrió su rostro.
-Um...- ¿Podría decirle? ¿Querría Pedro que ella lo supiera? ¿Acaso importa lo que él quería en este momento? -Sí, estoy embarazada- No estaba segura de si Pedro sería parte de la vida de nuestro pequeño mono, pero ciertamente yo lo estaría.
-Es una noticia maravillosa, Sra. Alfonso, Paula. El Dr. Burke es quien mi hija vio por dos de sus embarazos. Su oficina está en la calle Harrison. A ella le encanta".
-Genial. Gracias, Joana- Sonreí y me dirigí a la suite principal para hacer una cita con el doctor Burke.
Estaba encaramada en el centro de la cama más tarde investigando un diseñador y un articulo cuando un texto de Pedro revoloteó en mi pantalla.
-¿Podemos vernos en mi oficina?- Me quedé mirando la pantalla durante unos instantes.
-¿Cuándo?
-¿Está bien ahora?
-Sí.
Escribí de vuelta y me levante de la cama.
Saqué mis botas de montar Tory Burch— mi primer derroche, una vez que había conseguido el trabajo en Trend29. Junto con un suéter de gran tamaño que me dejaba en algún lugar entre desaliñada y familia-real-en-Galés-vacaciones-casual, pero estaba demasiado cansada para pensar en impresionar a nadie. Tuve la oportunidad de hojear un libro de embarazo que había recogido en la farmacia y aprendí que el agotamiento era común en el primer trimestre. Una siesta diaria sería ahora una feliz adición a mi agenda.
Salí de la casa e inhale el aire fresco de otoño. Era genial, y el olor de las hojas en descomposición hizo mi corazón se hinchara. Decidí caminar los diez minutos hasta El Hancock.
Corté a través de los jardines públicos y disfrute de la fresca brisa y de las brillantes hojas de color naranja quemado. Vi niños, perros y felices mamás charlando con cafés mientras empujaban cochecitos. Lo que sea que Pedro tenía que decirme yo sabía que estaba dispuesto a hacerlo por mi cuenta. No estaba dispuesto a dejar que la hermosa oportunidad de criar un niño resbalara a través de mis manos — una oportunidad que nunca pensé era mía para soñar.
Salí del jardín y pasé la tienda La Perla. Una triste sonrisa se dibujó en mi cara. Aquí era, sin duda, donde Pedro había ido a reemplazar todas las bragas que había arrancado de mi cuerpo en los momentos de pasión. Tenía la esperanza de que esos días no terminaran para nosotros. Me dolía el corazón al pensar en un futuro sin él en ella. Sostuve mi panza mientras caminaba hasta que El Hancock entró en vista. Mi memoria se desvió hacia el día hace unos meses cuando había visto a Nikki salir de este mismo edificio desde esta misma esquina. Sacudí la memoria de mi mente, porque ahora tenia cosas mucho más importantes que discutir.
Entré en el edificio y el guardia de seguridad me saludó con una sonrisa. Monté el ascensor hasta el piso 60 y me preparé durante todo el camino, porque no quería perder mi almuerzo en el rápido ascenso.
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Qué fea actitud la de Pedro. Muy buenos los 3 caps.
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